Gestión de patrimonios: 6 consejos para tus inversiones patrimoniales
La gestión de patrimonios es una cuestión fundamental, tanto para particulares como para empresas. Pero también, sin lugar a duda, es un asunto esencial para los especialistas encargados de llevarla a cabo. Y es que, con la administración patrimonial, ya sea de una persona física o de un negocio empresarial, se teje una red de relaciones que van más allá de lo profesional, para penetrar en el terreno de la confianza personal.
Encargar a alguien la gestión de tu patrimonio significa depositar, en esa persona o entidad, la confianza suficiente como para ponerle a cargo del control del conjunto de los bienes de los que eres propietario.
¿En qué consiste la gestión de patrimonios?
Hablar de gestión de patrimonios significa hablar de determinadas actuaciones encaminadas a la administración de los bienes, de personas físicas o jurídicas. Dichas actuaciones siempre deben orientarse hacia ciertos objetivos que el cliente debe encargarse de fijar, contando con la información adecuada y suficiente. En términos generales, existen ciertos puntos comunes a todas las gestiones patrimoniales que consisten en tratar de reducir gastos, mejorar y diversificar las inversiones (financieras e inmobiliarias, por ejemplo), sacar la mayor rentabilidad a lo que ya se tiene, incrementar el ahorro, etc. Además, en el caso específico de las empresas o sociedades, la gestión patrimonial también puede abarcar operaciones societarias como fusiones, adquisiciones o inversiones.
Es innegable que la gestión de patrimonios es un tema amplio y complejo y, por lo tanto, es recomendable cuidarla al máximo.
¿Qué debe tenerse en cuenta en la gestión de patrimonios?
Para que exista una correcta y eficaz gestión de patrimonios, debe darse una comunicación fluida entre los gestores y el propietario del patrimonio.
Sólo a partir de esa comunicación bilateral será posible fijar unos objetivos claros que se adecúen a los intereses del cliente.
Partiendo de esos objetivos, los gestores realizarán un proyecto o planificación patrimonial de inversiones. En dicho proyecto se considera la actual situación financiera y el mejor modo de lograr los objetivos que se persiguen. Y, en base a ello, se indica los tipos de inversión a realizar y hacia qué activos se debe dirigir.
Algunos consejos para la inversión
Antes de comenzar a gestionar un patrimonio deben fijarse los puntos que serán los cimientos de la inversión. Entre gestor y cliente debe acordarse una estrategia ordenada.
Hacer balance del patrimonio
El cliente tiene que aportar la documentación y los datos necesarios para que el gestor conozca con precisión su situación patrimonial. Esos datos deben contener las referencias sobre activos financieros o no financieros (especialmente inmuebles) que posee.
Marcar objetivos
Los objetivos tienen que quedar fijados de forma temprana, siempre antes de invertir.
Y esos objetivos tienen que tener en cuenta no solo la situación patrimonial actual sino también los riesgos que se quieren asumir.
Planificación personalizada
A la luz de los datos recabados y las metas dispuestas, los gestores realizan un plan adaptado a cada cliente. En este plan se detalla un orden específico de las acciones a ejecutar y cómo se planea llevarlas a cabo.
Poner límites al gasto y al riesgo
Es importante no realizar gastos sin control y garantizar siempre que existirá un patrimonio estable que sirva como red de seguridad.
Se trata de no desviarse de los objetivos a los que se dirige la gestión de la inversión.
Determinar el riesgo a asumir
Hay que tener claro que, para optimizar resultados, debe asumirse cierto grado de riesgo. Y, en el cálculo del riesgo asumible por el cliente y su patrimonio, entra en juego especialmente la psicología de cada cliente.
En función de la mayor o menor aversión al riesgo del cliente y de los objetivos marcados se fijará qué tipo de inversión quiere realizarse:
- Conservadora. Busca, sobre todo, mantener estable el patrimonio inicial. Por ello se aconsejan productos de renta fija, incluyendo depósitos bancarios (actualmente con rentabilidad nula) o inversiones inmobiliarias en zonas muy consolidadas.
- Equilibrada. Se trata de mantener un equilibrio entre los riesgos asumidos y los beneficios que se persiguen. Ese equilibrio se traduce en la inversión en los productos de renta fija y variable.
- Activa. Aquí prima, sobre todo, la posibilidad de beneficios, asumiendo la posibilidad de perder parte del patrimonio inicialmente invertido. En este caso, lo mejor es destinar el capital hacia opciones de renta variable y proyectos más arriesgados.
Definir mercados y diversificar activos
En el mercado existen distintos tipos de activos, cada uno de ellos con unas características propias que implicarán más o menos riesgo, y mayor o menor beneficio.
Siempre es muy recomendable diversificar las inversiones para no quedar excesivamente expuesto a las vicisitudes de un determinado sector.
Tradicionalmente siempre se había considerado muy seguro el mercado inmobiliario. No obstante, la experiencia de 2008 demuestra que, como en todos los sectores, se debe estudiar muy bien el mercado y afinar la búsqueda por cuanto no hay nada garantizado. Actualmente nos encontramos nuevamente ante un escenario incierto pero todavía pueden encontrarse oportunidades y existen productos tremendamente seguros.
Las acciones son uno de los activos más comunes. Tienen un potencial muy alto, pero el riesgo también es más considerable. El mercado de valores es muy fluctuante y está sometido a diferentes influencias externas sobre las que no es posible establecer un control. Además, en paralelo a las sociedades cotizadas, existe también la tradicional inversión en negocios concretos a través de pools de inversores y está creciendo la inversión mediante plataformas de crowdfunding.
También existen los bonos del tesoro, que prestablecen una rentabilidad fija.
O los fondos de inversión. Estos abren un amplio campo de posibilidades, ya que en sí mismos son un ejemplo de diversificación. Un fondo de inversión puede tratarse de distintos tipos de activos que se administran en beneficio de sus partícipes.
Por último también se pueden considerar las inversiones en el extranjero que permiten maximizar la diversificación mercados. No obstante, deben estudiarse pormenorizadamente los mercados y analizar sus riesgos y posibilidades.
Gestión de patrimonios: solicita consejo especializado
Invertir implica recorrer un camino sobre el que tienen influencia múltiples factores y que, en determinados sectores, están ampliamente regulados.
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